Algunos seguidores del blog me han sugerido que enviase mis artículos a algún medio de comunicación, argumentando para ello la posibilidad de una mayor divulgación de mis opiniones. Sin embargo, ante esta tentadora propuesta, me surgen dos incertidumbres:
- ¿Qué interés podría despertar en el "gran público" las humildes opiniones de un simple profesor de conservatorio de música, sobre aspectos relacionados con las enseñanzas musicales, tal y como está el "patio" educativo de la enseñanza general? Y, sobre todo,
- ¿A qué precio?
En cuanto a la primera cuestión, quizás sea el menos indicado para contestarla, pues uno suele ser especialmente exigente cuando se trata de valorar las producciones propias; por lo que, desde esa perspectiva, considero que el contenido de mis artículos, como mucho, puede resultar de "utilidad doméstica" a un círculo muy reducido vinculado a las enseñanzas musicales, especialmente alumnos, padres y madres de alumnos y algún que otro compañero de trabajo, algo para lo que el blog es un medio de difusión idóneo. En consecuencia, mi respuesta a la primera pregunta es un tibio "no, gracias".
La segunda pregunta, que obviamente no debe entenderse en clave mercantil, tiene implicaciones muy serias, de ésas que cuando se descubren, se perciben, o se toma conciencia de ellas provocan una profunda reflexión personal. El artículo de hoy tiene como objeto esa reflexión, de cuyo resultado saldrá la respuesta que, de momento, dejo en el aire.
Junto a la constitución de los derechos fundamentales, la separación de poderes es uno de los principios que caracteriza el estado de derecho moderno, algo que ya fue planteado de forma brillante por diversos pensadores del siglo XVIII como Hamilton, Locke, Rousseau y Montesquieu. La Contitución Española dice a este respecto:
(...)
Artículo 66
La segunda pregunta, que obviamente no debe entenderse en clave mercantil, tiene implicaciones muy serias, de ésas que cuando se descubren, se perciben, o se toma conciencia de ellas provocan una profunda reflexión personal. El artículo de hoy tiene como objeto esa reflexión, de cuyo resultado saldrá la respuesta que, de momento, dejo en el aire.
Junto a la constitución de los derechos fundamentales, la separación de poderes es uno de los principios que caracteriza el estado de derecho moderno, algo que ya fue planteado de forma brillante por diversos pensadores del siglo XVIII como Hamilton, Locke, Rousseau y Montesquieu. La Contitución Española dice a este respecto:
(...)
Artículo 66
1. Las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado.
2. Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya la Constitución.
(...)
Artículo 97
El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con la Constitución y las leyes.
(...)
Artículo 117
1. La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley.
Con el objeto de establecer un equilibrio entre los órganos del estado, Montesquieu (1689-1755) sostenía que (...) ha de procurarse la división de los poderes de acuerdo con los contenidos de sus funciones, fijando con claridad sus respectivas esferas de competencia, evitando las interferencias de la actividad de uno en las de los demás.
Advierte Montesquieu que (...) cuando el poder ejecutivo está ligado al legislativo no hay libertad porque se puede temer que el monarca o el senado promulguen leyes tiránicas para hacerlas cumplir tiránicamente. Tampoco hay libertad si el poder judicial va unido a uno de los otros dos poderes: si va unido al poder legislativo, el poder sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, pues el juez sería al mismo tiempo legislador; si va unido al poder ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor. Todo estará perdido -agrega- si los tres poderes estuvieran en las mismas manos.
Considero una fatal calamidad que, después de dos siglos y medio, la sombra de la incertidumbre respecto al cumplimiento de estos principios democráticos planee con más frecuencia de lo deseable sobre nuestra sociedad española, pues percibo, siento, constato (y sospecho que no soy el único), que la "tinta" que delimita la separación de poderes es tan tenue, que en demasiados casos se volatiliza, convirtiendo las advertencias del filósofo y ensayista francés en una precisa e inquietante predicción.
Pero eso no es todo, hay más. Desde los prolegómenos de la revolución francesa, se comenzó a utilizar la expresión "El Cuarto Poder" para designar la extraordinaria influencia que la prensa ejerció en aquel tiempo. Estimando el espectacular impacto que los nuevos medios de comunicación provocan a nivel masivo a través de los medios tradicionales de comunicación y, en especial, a través de las autopistas de la información, y considerando la facilidad con que este poder mediático manipula el consciente y subconsciente colectivos, el cuarto poder está considerado como el más poderoso de todos, ingente, expansivo, desbordante...
Pero no pensemos que el poder mediático está libre del tósigo que contamina a los otros tres poderes, ¡no! Precisamente por ese descomunal poder -desarrollado y potencial- de los medios de comunicación masiva, el cuarto poder es deseado y tentado por los demás con "fruslerías" casi imposible de rehusar, sucumbiendo generalmente a las codiciadas lisonjas del poder (posición, influencia, prestigio, dinero, control, ... lo pueden casi todo) y ofreciendo con tan vergonzosa y promiscua relación un bochornoso y denigrante espectáculo. De justicia es "descartar" de esta "partida" a ciertos periodistas y medios -rara avis-, verdaderos profesionales de la información, que aún mantienen una digna aunque frágil posición de independencia informativa ante los demás poderes.
Y.... ¿quién se da cuenta de todo esto?, pues creo que no muchas personas, la tela de araña está muy bien trenzada. Es descorazonador observar la facilidad con que una gran parte de la sociedad, especialmente muchos de nuestros jóvenes, sucumben ante el deslumbrante y falso hedonismo con el que nuestros políticos envuelven sus oscuras y siniestras intenciones, y sin darse cuenta (creyendo incluso que les está saliendo gratis), aquéllos están pagando un alto precio por el profundo sueño de sus conciencias, al que con gran sutileza están siendo abocados. ¿Qué tendrá la libertad, cualquier tipo de libertad, en particular el libre pensamiento, la libre expresión, el ser uno mismo y no producto de las modas, de las ideologías, de las hegemonías subrepticias, ... que la clase dominante siempre quiere hacerla suya, intentando arrancársela a quien la manifiesta? ¡Debe ser algo extremadamente valioso!
El hecho de descubrir que uno de los bienes más preciados que tiene el ser humano, su genuina identidad, la libertad de ser y la capacidad de expresar libremente su opinión, es el pago requerido por el cuarto poder para entrar en su cadena de distribución y divulgación masivas, pero también en su dinámica de manipulación, tergiversación y hasta corrupción ideológicas (por no mencionar otros tipos), permite vislumbrar con diáfana y meridiana claridad la respuesta a la pregunta que genera toda esta reflexión.
En consecuencia, a aquellos seguidores y amigos de mi blog que con tan buena intención me han animado a divulgar mis opiniones a través de los medios de comunicación e información, les tengo que contestar, ya no con un tibio sino con un rotundo: ¡NO, GRACIAS!
Quien quiera acercarse a mis opiniones, no por valiosas (que no lo son) sino fundamentalmente por sinceras, que acuda a mi blog, donde siempre será bien recibido, del mismo modo que sus opiniones y comentarios, especialmente si no están en sintonía con las reflexiones del autor, pues realmente son ésos los que ayudan a crecer.
JAC
Advierte Montesquieu que (...) cuando el poder ejecutivo está ligado al legislativo no hay libertad porque se puede temer que el monarca o el senado promulguen leyes tiránicas para hacerlas cumplir tiránicamente. Tampoco hay libertad si el poder judicial va unido a uno de los otros dos poderes: si va unido al poder legislativo, el poder sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, pues el juez sería al mismo tiempo legislador; si va unido al poder ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor. Todo estará perdido -agrega- si los tres poderes estuvieran en las mismas manos.
Considero una fatal calamidad que, después de dos siglos y medio, la sombra de la incertidumbre respecto al cumplimiento de estos principios democráticos planee con más frecuencia de lo deseable sobre nuestra sociedad española, pues percibo, siento, constato (y sospecho que no soy el único), que la "tinta" que delimita la separación de poderes es tan tenue, que en demasiados casos se volatiliza, convirtiendo las advertencias del filósofo y ensayista francés en una precisa e inquietante predicción.
Pero eso no es todo, hay más. Desde los prolegómenos de la revolución francesa, se comenzó a utilizar la expresión "El Cuarto Poder" para designar la extraordinaria influencia que la prensa ejerció en aquel tiempo. Estimando el espectacular impacto que los nuevos medios de comunicación provocan a nivel masivo a través de los medios tradicionales de comunicación y, en especial, a través de las autopistas de la información, y considerando la facilidad con que este poder mediático manipula el consciente y subconsciente colectivos, el cuarto poder está considerado como el más poderoso de todos, ingente, expansivo, desbordante...
Pero no pensemos que el poder mediático está libre del tósigo que contamina a los otros tres poderes, ¡no! Precisamente por ese descomunal poder -desarrollado y potencial- de los medios de comunicación masiva, el cuarto poder es deseado y tentado por los demás con "fruslerías" casi imposible de rehusar, sucumbiendo generalmente a las codiciadas lisonjas del poder (posición, influencia, prestigio, dinero, control, ... lo pueden casi todo) y ofreciendo con tan vergonzosa y promiscua relación un bochornoso y denigrante espectáculo. De justicia es "descartar" de esta "partida" a ciertos periodistas y medios -rara avis-, verdaderos profesionales de la información, que aún mantienen una digna aunque frágil posición de independencia informativa ante los demás poderes.
Y.... ¿quién se da cuenta de todo esto?, pues creo que no muchas personas, la tela de araña está muy bien trenzada. Es descorazonador observar la facilidad con que una gran parte de la sociedad, especialmente muchos de nuestros jóvenes, sucumben ante el deslumbrante y falso hedonismo con el que nuestros políticos envuelven sus oscuras y siniestras intenciones, y sin darse cuenta (creyendo incluso que les está saliendo gratis), aquéllos están pagando un alto precio por el profundo sueño de sus conciencias, al que con gran sutileza están siendo abocados. ¿Qué tendrá la libertad, cualquier tipo de libertad, en particular el libre pensamiento, la libre expresión, el ser uno mismo y no producto de las modas, de las ideologías, de las hegemonías subrepticias, ... que la clase dominante siempre quiere hacerla suya, intentando arrancársela a quien la manifiesta? ¡Debe ser algo extremadamente valioso!
El hecho de descubrir que uno de los bienes más preciados que tiene el ser humano, su genuina identidad, la libertad de ser y la capacidad de expresar libremente su opinión, es el pago requerido por el cuarto poder para entrar en su cadena de distribución y divulgación masivas, pero también en su dinámica de manipulación, tergiversación y hasta corrupción ideológicas (por no mencionar otros tipos), permite vislumbrar con diáfana y meridiana claridad la respuesta a la pregunta que genera toda esta reflexión.
En consecuencia, a aquellos seguidores y amigos de mi blog que con tan buena intención me han animado a divulgar mis opiniones a través de los medios de comunicación e información, les tengo que contestar, ya no con un tibio sino con un rotundo: ¡NO, GRACIAS!
Quien quiera acercarse a mis opiniones, no por valiosas (que no lo son) sino fundamentalmente por sinceras, que acuda a mi blog, donde siempre será bien recibido, del mismo modo que sus opiniones y comentarios, especialmente si no están en sintonía con las reflexiones del autor, pues realmente son ésos los que ayudan a crecer.
JAC
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Enhorabuena de nuevo, José Antonio, por este artículo. No te falta razón. Inmediatamente alguien te encasillaría políticamente hacia un lado u otro dependiendo de donde publicaras conviertiéndote automáticamente en sospechoso de algo, argumento sibilino con el cual alguien intentaría desmontar tus teorías.
ResponderEliminarCada vez que abro un períódico, escucho una emisora o veo un telediario se perféctamente lo que voy a recibir, de hecho muchos domingos compro periódicos de ideología opuesta para poder hacerme una idea aproximada de la realidad. Para mí, todo el problema nace del bipartidismo imperfecto instalado en la democracia española, asentado y alimentado por estos medios de los que hablas. Digo imperfecto pues se trata de dos inmensos bloques que siempre necesitan para llegar al ansiado poder a partidos que no son representativos de la sociedad española, y, lo que es peor, ni siquiera creen en el propio estado al que exprimen. A mi me parece esto uno de los grandes lastres de esta democracia que de ejemplar no tiene nada. Hay ejemplos de democracias absolutamente bipartidistas (EEUU o Reino unido), pero se trata de modelos perfectos, en tanto en cuanto nadie chantajea la voluntad de la mayoría. En EEUU los 2 partidos políticos prácticamente desaparecen una vez pasadas las presidenciales y los congresistas y senadores tienen libertad absoluta de voto (no tienen que plegarse a los designios del "partido" como ente supremo y pueden actuar en conciencia apoyando lo que creen que es bueno venga de donde venga.
Me gustaría, muy de pasada tambien comentar la actuación de los sindicatos. De nuevo al servicio del poder amansados o azuzados, dependiendo del momento político. Concretamente en educación me pareció vergonzante la postura de los sindicatos "mayoritarios" con respecto a la vergonzosa y perversa "orden de incentivos". Afortunadamente aún queda aire fresco en este ambiente tan cargado. He descubierto un pequeño sindicato, que se ha conformado como tal despues de ser una asociación: Se trata de APIA (Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía). No es un sindicato de clase (al estilo de UGT o CCOO) sino profesional, gestionado por profesionales, donde (oh, curioso) la liberación total de tareas docentes está prohibida para sus miembros, osea que no hay desertores de la tiza...No estoy afiliado a ellos, pero he hablado en varias ocasiones con ellos y simpatizo con sus posturas, no solo en el tema de los incentivos, sino en general, con su visión de la situación de la educación en Andalucía y la nefasta gestión que de la misma hace la consejería del ramo. Son críticos, no dudan en publicar artículos en prensa (corriendo los riesgos a los que tu aludías)y llaman a las cosas por su nombre. Discrepo en algún aspecto, pero de todas maneras creo que aportan algo nuevo que, como tu dices, en esta tela de araña faltaba.
Te animo, por cierto a que dediques uno de tus artícuos al papel de los sindicatos en la educación en Andalucía... me encantaría conocer tus reflexiones.
Sin más, tu fiel lector...
Enrique
Peliculas: "Juan nadie" y "Network, un mundo implacable".
ResponderEliminarSobre ese cuarto poder (olvidado, perdido, muerto..y enterrado por otras cosas) sin escrupulos.