martes, 15 de diciembre de 2009

Y ahora ... ¿qué?


Este artículo es un encargo de la revista "MINA III" publicación semestral del Real Conservatorio Profesional de Música "Manuel de Falla" de Cádiz, y est
á dedicado a todos los alumnos y alumnas de los conservatorios profesionales de música de toda España.

Concluir con éxito los estudios musicales en la etapa intermedia, es decir, la mal llamada enseñanza profesional, habiéndolos compatibilizado con los correspondientes a la enseñanza general, y habiendo superado todas las dificultades de esta penosa conciliación, remontado los momentos de angustia, desmotivación, estrés, desgana y desánimo, renunciado frecuentemente a salir con amigos, a ir al cine y a otras muchas costumbres propias de la juventud ..., constituye la culminación de una auténtica proeza -si tenemos en consideración las peculiaridades de los tiempos en que vivimos-.

Muchos profesores dirán que con mi apreciación épica "me he pasado tres pueblos", pues el nivel de exigencia, si lo comparamos con las reformas educativas "preLOGSE", es claramente inferior, los alumnos estudian menos y la formación adquirida al final del tramo profesional es manifiestamente mejorable. Efectivamente, no les falta razón en sus planteamientos, pero, bajo mi punto de vista, creo que están relativizados y descontextualizados. A veces, nos dejamos llevar por la trampa de la comparación y, en pasillos y reuniones de profesores, se puede escuchar con veleidosa frecuencia argumentos en contra de la dedicación horaria de los estudiantes de hoy, especialmente en lo referente a la cantidad de horas de estudio:

- Pues cuando yo era estudiante dedicaba tantas horas al instrumento, tantas horas a las demás asignaturas y también iba al colegio o al instituto.

Este tipo de razonamientos son, en el fondo, fruto del desconocimiento de la realidad de estos muchachos y muchachas, del desconocimiento de los requerimientos generados por las nuevas leyes educativas, del desconocimiento de la insaciable exigencia de los profesores de colegio o instituto, del desconocimiento de lo que los mismos miembros de cada equipo educativo exigimos independientemente al alumno en el conservatorio poniendo de manifiesto una flagrante descoordinación curricular, de la falta de percepción de una sociedad que seduce a la juventud con videojuegos, internet, mp3, mp4, ipod, teléfonos móviles, chats, foros, redes sociales, ... "cantos de sirena" ante cuyo hechizo difícil resulta no sucumbir.

Claro que siempre se puede hacer más de lo que se hace, y la mayoría de nuestros alumnos podrían estudiar más de lo que estudian, pero un profesor caería en un grave error si juzgara la dedicación de un alumno sin antes conocer sus específicas circunstancias personales, es más, una de sus prioridades curriculares debería estar enfocada a convertir el trabajo personal del estudiante en una actividad de alto rendimiento que compensase el tan reclamado déficit horario de estudio.

Así pues, después de 10 años recorriendo esta carrera de obstáculos, afortunadamente no exenta de muchas y grandes satisfacciones personales y musicales, llega el momento en que algunos de los muchos que empezaron las enseñanzas musicales tropiezan contra el inevitable enigma: "Y ahora ... ¿qué?"

Esta cuestión suele generar con frecuencia no poca inquietud y zozobra entre estos aspirantes a estudiantes superiores de música porque, entre otras cosas, con esta decisión se la "están jugando" con vistas a una futura dedicación profesional y laboral. Pero esa no debiera ser la razón del desasosiego estudiantil, pues a estas alturas, tanto el profesor o profesores como él mismo debieran haber despejado dudas, al menos, con respecto a sus capacidades y condiciones para poder acceder, cursar y superar los estudios superiores de música en la especialidad elegida. ¡No!, eso no es lo preocupante, lo verdaderamente inquietante es saber si esos centros de estudios superiores están preparados para ofrecer una formación adecuada a las exigencias del mundo laboral con en el que, tarde o temprano, habrán de toparse.

Pero, ... ¿a qué se estará refiriendo?, -pregunta que intuyo estará agitando pensamientos de propios y extraños-. A todo, me estoy refiriendo a todo, absolutamente todo lo relacionado con los estudios superiores: la oferta de especialidades, la plantilla de profesores -sin entrar a valorar sus capacidades docentes- integrada, dicho sea de paso, por un "tropecientos por ciento" de profesores en comisión de servicio, en cuyo extravagante paquete se incluyen hasta interinos con muy pocos años de experiencia docente, las infraestructuras, los equipamientos y, cómo no, la actitud de los respectivos claustros y sobre todo de los directores de estos centros con relación a la mejora y actualización de la enseñanza para proporcionar a los estudiantes una formación de alta calidad.

Para situarnos en las coordenadas educativas precisas, hagamos un sencillo razonamiento. Todos los egresados de conservatorios superiores, especialmente los titulados en especialidades instrumentales, una vez que, en el mejor de los casos, han ampliado estudios en el extranjero, su salida profesional inmediata es la docencia en un porcentaje altísimo (carezco de estadísticas, pero sé que es muy alto) y en especialidades "no sinfónicas" del 100%, esto es, hacer oposiciones para profesor de conservatorio. Sabiendo esto, cualquier persona en su sano juicio pensará, "si esto es así (¡que lo es!), es natural que durante los estudios superiores a los alumnos se les dé una formación pedagógica que les permita afrontar con ciertas garantías de éxito las oposiciones que para ellos están convocadas y, sobre todo, para ejercer la docencia con un mínimo de dignidad". Pues quien esto piense, comete un grave error.

De los 22 centros y conservatorios superiores del territorio español, únicamente 6 de ellos imparten la especialidad de Pedagogía del Canto y de los Instrumentos, a saber: Conservatorio Superior de Valencia, ESMUC (Escuela Superior de Música de Cataluña), Musikene (País Vasco), Conservatorio Superior de Música de Navarra, Conservatorio Superior de Música de Alicante y Conservatorio Superior de Música de las Islas Canarias. A estos 6 conservatorios se ha incorporado hace tres cursos académicos el Conservatorio Superior de Música de Granada. Esta especialidad incorpora en su currículum asignaturas como Didáctica de la especialidad instrumental, Didáctica Musical, Psicopedagogía, Prácticas de profesorado, Educación Auditiva, Metodología de la Investigación, Historia de la Cultura y el Arte, Historia de la Educación Musical, ... además de una completa formación instrumental (quien quiera puede consultar la página web de cualquiera de estos 6 conservatorios o la del MEC para completar la información). En fin, que la formación es bastante completa, dando por sentado la solvencia del profesorado en estas asignaturas y, por consiguiente, los estudiantes que concluyen los estudios en estos centros están teóricamente formados para su objetivo, la docencia. Insultante agravio comparativo con los que, por narices -es decir, los que no tienen con qué pagarse la estancia en una de las ciudades en donde se imparte esta especialidad-, están abocados a estudiar la especialidad instrumental, o sea, todos los estudiantes de las especialidades instrumentales de los 17 restantes conservatorios españoles o, lo que es lo mismo, el gran porcentaje de los estudiantes de un conservatorio.

Sin embargo, hay que "dar al César lo que es del César...", pues todo hay que decirlo, el MEC, a través de la reforma de la enseñanza superior (Real Decreto 617/1995 de 21 de abril), establece las siguientes especialidades:
  • Instrumental (acordeón, arpa, canto, clarinete, clave, contrabajo, fagot, ...)
  • Composición
  • Dirección de coro
  • Dirección de orquesta
  • Etnomusicología
  • Flamenco (guitarra flamenca o flamencología)
  • Jazz
  • Musicología
  • Pedagogía del lenguaje y la educación musical
  • Pedagogía del canto y de las especialidades instrumentales
¿Por qué no existe entonces la especialidad de Pedagogía del Canto y de las Especialidades Instrumentales en todos los conservatorios? La respuesta a esta "baladí" cuestión deberían ofrecerla quienes se opusieron a introducir esta especialidad en sus respectivos conservatorios (ya lo denunció Almudena Cano en su día), ¡los mismos directores de los conservatorios superiores y a la cabeza el de Madrid -estamos en 1995-!, está claro que no todos, por eso unos tienen esta especialidad y otros no. Pero lo grave y desconcertante es que la mayoría de los claustros apoyaron a sus directores, ¡inaudito! Así pues, la sinrazón de las "cabezas visibles", la actitud sectaria de la gran mayoría del colectivo de directores, catedráticos y profesores de los centros de enseñanza superior de música de aquella época, unido a la más que discutible gestión -por error u omisión- de las comunidades autónomas con respecto a la trasferencia en materia de educación, nos brindan los ingredientes perfectos para la composición de un esperpento valleinclanesco, cuyo título podríamos pedir prestado al célebre dicho popular: "Entre todos la mataron y ella sola se murió".

Lamento tener que daros esta enojosa información. Nada me agradaría más que estar absolutamente errado en mis apreciaciones, como pensarán la mayoría de directores, catedráticos y políticos que lean este artículo, o reciban algún eco de él. Sin embargo, ésta es mi visión de la descarnada realidad de las enseñanzas superiores de música en España y, como dice el proverbio, "Más vale prevenir, que lamentar". Pero, ¿por qué se ha llegado a esta situación? -os preguntaréis-. Cuando se pregunta a algún director de conservatorio superior sobre estas lamentables circunstancias, la respuesta -como no podía ser de otra forma, siempre sacando balones fuera- consiste en lamentarse de la demora con la que el MEC está realizando la reforma de los estudios superiores y la esperanza de que algún día, por arte de "virlivirloque", aparezca la especialidad de Pedagogía del Canto y de los Instrumentos en los conservatorios huérfanos de ella. Pero esta desidida no queda ahí, porque si esto fuera cierto, que no sé hasta qué punto, me encantaría que alguien me dijera ¿qué acciones han emprendido las comunidades autónomas para agilizar el proceso de reforma de los estudios superiores?, ¿qué aportaciones han hecho al mismo?, ¿qué medidas paliativas se han tomado para mitigar este vacío en el 68% de los centros que padecen desamparo pedagógico? Para ilustrar el estado de la cuestión, vais a permitirme que os cuente una historia en la que cualquier parecido, semejanza o similitud con la vida real -personajes, situaciones, diálogos, ...- necesariamente habremos de atribuirla a la veleidad del azar.

Hace mucho, mucho tiempo, en un lejano reino se necesitaban maestros músicos para enseñar a los niños y muchachos el noble y sublime arte de los sonidos. Para seleccionar a los mejores maestros instrumentistas y maestros cantores se convocaban pruebas en las que, además de demostrar habilidades para tañer y salmodiar, y además de evidenciar sus conocimientos enciclopédicos sobre su instrumento, se requería del aspirante la presentación y defensa de un memorándum pedagógico, y la exposición de un glosario de actividades didácticas que pusiera de manifiesto sus habilidades como mentor instrumental o del canto, ejercicio que era, sin lugar a dudas, uno de los más valorados por los eximios miembros del tribunal examinador.

Paradójicamente, los centros de formación musical superior de este reino, de los que supuestamente debían salir los futuros maestros músicos con conocimientos y habilidades musicales y pedagógicas suficientes para superar con propiedad la oposición y así conseguir un digno quehacer en dicho reino, ¡no disponían de la especialidad que lo hiciera posible! La causa de esta adversidad era de naturaleza mágica, pues, debido a las malas artes del hechicero Michael von Schiff -
"superdirector" seducido y captado por el lado oscuro-, casi todos los "superdirectores" de los referidos centros fueron afectados por un sueño hipnótico que ahogaba su lucidez mental.

Para fortuna de unos pocos aspirantes a maestros músicos, no todos los "superdirectores" fueron víctimas del aciago encantamiento, pues algunos de ellos, usando sus poderes -
el sentido común y la visión de futuro- se defendieron heroicamente del pernicioso influjo de aquel infame personaje. ¿Qué oscuros y siniestros planes albergaba Michael von Schiff para que los estudiantes no se pudieran formar pedagógicamente y así tener más oportunidades para conseguir una plaza como maestro cantor o tañedor? Eso es un misterio por desvelar, digno de otro relato épico.
El caso es que a medida que pasaba el tiempo, el efecto del maleficio no sólo quedaba restringido a los superdirectores sino también a sus sucesores. Y, pasado algún tiempo, un audaz -temerario, diría yo- maestro proveniente de la gleba musical o, lo que es lo mismo, enseñanzas no superiores, Jacobb Stierplatz, tuvo la osadía de pedir audiencia a cada uno de los "superdirectores" de los centros embrujados ofreciéndoles un antídoto para remediar provisionalmente la situación en la que se encontraban, hasta que papá MEC -Merlín el Encantador de Camelot- ocupado en otros menesteres, les sacara de la situación a la que habían llegado gracias a su actitud ovina.

¡Fantástico!, ¡genial!, ¡un antídoto contra el mal! -
claro eso es lo que pensaría alguien como vosotros, ajenos a la escena, meros espectadores y con mucha más cordura que los nefastos protagonistas-. Pero los "superdirectores" afectados por el sortilegio, que en algún caso rayaba en la indigencia intelectual, no podían ver más allá de sus limitaciones. ¿Cuál fue la respuesta? Hubo diferentes tipos de reacciones: unos ignoraron la petición -¡pero, qué osadía!, ¡un plebeyo pidiendo audiencia a un "superdirector" para ofrecer algo que no sepamos ya!-; otros afirmaban haber encontrado el antídoto -aunque seguían igual de idiotizados, digo ... hipnotizados, o quizás más que antes- y hubo uno que, ¡oh benevolencia! accedió a escuchar al cada vez más escéptico Jacobb. Después de probar una gota del elixir y observar en carne propia sus efectos benefactores, aunque temporales, el "benévolo superdirector" se preguntaba si la aplicación de tal antídoto requería algún tipo de estipendio como compensación, a lo que el atribulado Jacobb contestó que, a pesar de estar trabajando en una poción para vivir únicamente del aire, aún no había conseguido su propósito y, lamentablemente, tenía esposa e hijos que mantener. Finalmente, la propuesta para la adquisición del brebaje pasó a manos de un"consejo de sabios" y -que yo sepa- el hechizo von Schiff permanece incólume esperando a que papá MEC lo neutralice.Pero ¿en qué consistía ese antídoto provisional? -os estaréis preguntando-. Pues la ingesta de una considerable cantidad de esa pócima, administrada en pequeñas dosis y a lo largo de un considerable período de tiempo, proporcionaba los conocimientos y las destrezas básicos para elaborar y defender un memorándum pedagógico, y también para exponer un glosario de actividades didácticas que demostrase a los miembros del tribunal la capacitación magistral del aspirante.

El disparatado final de esta historia es que los estudiantes que acababan sus estudios superiores y querían prepararse para intentar superar la oposición, tenían que buscar el brebaje por cuenta propia, después de haber perdido cuatro valiosos años de su vida, amén del gravamen pecuniario que tal menester requería a sus bolsas.

Haciendo caso omiso de esta fantástica historia, y a pesar del desconcertante y, al mismo tiempo, sorprendente panorama que acabo de describir, quiero dejar un hilo de esperanza manifestando que en los conservatorios superiores de música de toda España hay extraordinarios profesionales, tanto catedráticos numerarios, como en comisión de servicio -con alguno de los cuales tengo excelentes relaciones profesionales y amistad personal-; y que, al menos, hay 7 conservatorios en los que se oferta la especialidad de Pedagogía del Canto y de los Instrumentos. Ambos elementos unidos pueden servir de paliativo para algunos estudiantes que quieran estudiar la especialidad de Pedagogía Instrumental y tengan el privilegio de poder elegir el centro superior de estudios musicales que más convenga a sus intereses profesionales.

No quisiera terminar esta reflexión sin antes tomarme la libertad de sugerir unos consejos de profesor y amigo a sus destinatarios directos, los alumnos que están en el último curso de las enseñanzas profesionales con perspectivas de continuar los estudios superiores de música:

  1. Prepararos musical, emocional y psicológicamente para realizar una prueba de acceso a los estudios superiores de música, cuyos criterios de evaluación y, menos aún, de calificación -si es que los hay, que lo dudo- nadie conoce.
  2. Antes de decidiros por un conservatorio o escuela en especial debéis dilucidar la especialidad a la que queréis acceder. Ya sabéis el árbol de especialidades que el MEC oferta, os toca investigar qué conservatorios ofertan qué especialidades. En el caso de la especialidad Instrumental y la especialidad de Pedagogía del Canto y de los Instrumentos, también las conocéis.
  3. Seleccionados los posibles centros, elegid a los mejores profesores. Para ello habéis de realizar un trabajo periodístico, recabando información de cuanta mayor diversidad de fuentes sea posible. Las conclusiones de las pesquisas os darán como resultado el centro en el que queréis estudiar, y será allí donde habréis de cursar la solicitud pertinente.
  4. Pensad que si la salida profesional que pretendéis es la enseñanza, y por cualquier motivo no vais a poder cursar la especialidad de Pedagogía del Instrumento, dad por sentado que, una vez concluidos los estudios superiores, incluidos los masters preceptivos, habréis de prepararos las oposiciones por vuestra cuenta y riesgo (academias, preparadores, ...).
  5. Confiad más en vuestro trabajo y en vuestras capacidades, y nunca os comparéis con nadie.
  6. Aprended a aprender de todos, incluso de los más pequeños e insignificantes en apariencia.
  7. No dejéis nunca de estudiar, la constancia es una inversión de alto rendimiento.
  8. Estad informados sobre los estudios de música en el extranjero (becas, cursos, masters, cursillos de verano, convenios, ...).
  9. Prepararos a fondo con los idiomas, especialmente el inglés (y ¡ojo al chino!).
  10. Cuando lleguéis a ser profesores, nunca olvidéis que también fuisteis alumnos.
Muchas gracias y mucha suerte

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