domingo, 14 de junio de 2009

El acceso a la función pública (3ª parte): "Las pruebas"

Antes de "entrar en faena" quisiera aclarar la imprecisión de un dato aparecido en el anterior artículo; y es que, para mi sorpresa, y una vez publicado dicho artículo, me enteré que el sistema de calificación de las oposiciones para conservatorios no es el mismo en todas las comunidades. Por tal motivo, me he tomado la libertad de introducir una pequeña matización en el anterior artículo, pues el criterio de calificación que en él aparece es el que se aplica en Andalucía (no sé si, de igual manera, también se aplica en otras comunidades, me enteraré). Lamento las molestias que haya podido causar mi desconocimiento y agradezco a los seguidores del blog haberme sacado de mi desinformación.

Como todas las célebres trilogías, la mía, dentro de su modestia y salvando todas las distancias, también quiere compartir con aquéllas un desenlace que espero más tolkieniano que wagneriano, entendiéndose éste referido al desenlace de la trama y no a su contenido artístico.

En el anterior artículo quedaron perfilados el escenario y los protagonistas de esta... ¿tragicomedia?; por lo que ahora me gustaría centrar la atención en la prueba en sí misma, el modelo utilizado, los responsables del mismo, los criterios para elegir ésa y no otra fórmula, los controles de calidad en cuanto a su eficacia y, finalmente, me voy a permitir la libertad de exponer mi humilde opinión mediante una proposición de posibilidades alternativas, porque no me gusta criticar por el placer de demostrar algo (aunque podríamos decir que ése es nuestro auténtico deporte nacional), sino porque me preocupa enormemente el futuro de mis hijos, de mis alumnos y de toda una generación, y porque desearía para ellos un sistema educativo mucho más coherente, eficaz, justo y comprometido con el desarrollo de los valores del ser humano.

Como ya sabéis, llevo en la enseñanza pública muchos años (las bodas de plata quedaron atrás) y a lo largo de todos estos años he visto en mi propia experiencia y también "desde el burladero", cómo el sistema de contratación y de acceso ha ido cambiando, bajo mi punto de vista, cada vez a peor.

Siendo estudiante de 1er. curso de perfeccionamiento de piano (9º del plan del 66) , mi profesor me animó a realizar unas pruebas de selección para profesores de piano en el Conservatorio Superior de Sevilla, cuya convocatoria había salido publicada en un diario de tirada nacional. Su intención, al igual que la mía, no era otra que "rodar" el programa de piano que estaba preparando para el curso en cuestión, es decir, aprovechar la oportunidad para "hacer tablas".

Como digo, mi objetivo no era otro que tocar el piano; sin embargo, al llegar a Sevilla y enterarme realmente de qué iba la prueba estuve a punto de volverme a Madrid, pues, además de tocar, había que dar una clase (bueno, más bien dos) y contestar a las preguntas del tribunal (¡qué digo tribunal!, había más de seis miembros para juzgar a los aspirantes, entre ellos el director del Conservatorio Superior de Sevilla, a la sazón, Mariano Pérez -eminente y prestigioso musicólogo- y catedráticos de piano como Mª Ángeles Rentería, Ramón Coll y Pilar Bilbao, entre otros).

Efectivamente, las pruebas se desarrollaron según lo previsto y los aspirantes, venidos de toda España, fuimos siendo llamados. Pues bien, después de tocar un repertorio de más 45 minutos, tuvimos que dar una clase de iniciación a un niño y otra a un estudiante de grado medio (en aquella época, ahora profesional). Después, cada miembro del tribunal, especialmente los catedráticos de piano, comenzaron su batería de preguntas, que no fueron ni pocas ni fáciles, y todo esto para un contrato laboral...

Así que ya sabéis cuál fue mi iniciación en la enseñanza pública, pues de todos los que nos presentamos, únicamente dos fuimos los contratados. Os cuento esta experiencia personal porque, desde aquellos tiempos hasta la actualidad, el procedimiento de acceso ha cambiado y mucho, y la garantía de seleccionar al mejor profesional (de la enseñanza) no ha mejorado en lo más mínimo, yo diría incluso que ha mermado.

Siguiendo con mi experiencia, la oposición con la que accedí a la función pública fue algo similar a la prueba anteriormente descrita; como diferencia destacable recuerdo la defensa de una memoria de la enseñanza del instrumento, en la que se abarcaban desde aspectos técnicos del piano hasta aspectos pedagógicos de su enseñanza, es decir, una especie de programación didáctica libre, muy libre, demasiado libre. Sin embargo, el ejercicio de tocar era el mismo, el ejercicio docente era el mismo (clase de iniciación y clase a un alumno de grado medio) y la respuesta a las preguntas del tribunal (esta vez sí, de tres, Pilar Bilbao, Rafael Quero y José Manuel de Diego) fue también el mismo ejercicio.

Si analizamos la prueba anterior, habida cuenta de la falta de formación inicial en los estudios superiores en lo referente a pedagogía del instrumento (mi formación académica en este terreno, igual para todo el estado español, se limitaba a un curso de la asignatura de Prácticas de Profesorado -asignatura de trámite- y un curso de Pedagogía Musical -un verdadero "peñazo" tal y como se nos dio-, o sea, formación pedagógica ninguna), observaremos que requería necesariamente una experiencia previa, que en mi caso desarrollé durante 4 años como profesor de piano interino antes de conseguir aprobar la oposición. Este último detalle quiero subrayarlo porque es uno de los pilares de mi propuesta que, a modo de conclusión, cerrará el artículo.

Por consiguiente, para seleccionar a los profesores y catedráticos de todos los conservatorios del territorio español, durante más de 40 años se ha aplicado un modelo de prueba consistente, grosso modo, en tres ejercicios (siempre referido a las especialidades instrumentales):
  1. Interpretación de un repertorio compuesto por obras de diferentes estilos.
  2. Desarrollo de una clase a alumnos del nivel correspondiente a las plazas convocadas. Esta prueba se hacía con alumnos reales, ante el tribunal y, si el espacio del aula lo permitía, ante el público asistente.
  3. Defensa de una memoria que, más que por su contenido y estilo literario, servía como pretexto a los miembros del tribunal para captar la aptitud pedagógica del aspirante.
La Ley de Ordenación General del Sistema Educativo, más conocida por "la LOGSE", a parte de muchas ventajas también, bajo mi punto de vista y no tanto por su concepción si no por su aplicación y desarrollo, nos trajo "alguna que otra contrariedad". Por no desviarme demasiado del tema que nos ocupa, sólo mencionaré algo que realmente ha sido verdaderamente desconcertante (como mínimo) para nuestras enseñanzas; me refiero al hecho de habernos embutido, junto a las demás enseñanzas, en el mismo modelo curricular a todos los efectos, sin tradición en nuestros estudios y sin preparación previa, contractual o retroactiva del profesorado. Ya sé que esto tiene sus aristas, y por ello me centraré únicamente en analizar los efectos producidos en los procesos de acceso a la función pública, derivados de la aplicación de este principio de uniformidad.

A partir de la implantación de la LOGSE, el modelo de oposiciones para profesores de primaria y secundaria se concreta en una prueba dividida en dos partes y cada parte articulada en dos ejercicios, es decir, cuatro ejercicios, a saber:
  1. Desarrollo por escrito de un tema elegido por el aspirante de entre un número de temas extraídos al azar por el tribunal. Esta prueba tiene por objeto la demostración de conocimientos específicos necesarios para impartir docencia.
  2. Realización de un ejercicio de carácter práctico que permita comprobar que posee una formación científica y un dominio de las técnicas de trabajo precisas para impartir las áreas, materias o módulos propios de la especialidad a la que opten.
  3. Presentación de una programación didáctica. La programación didáctica hará referencia al currículo de un área, materia o módulo relacionados con la especialidad por la que se participa, en la que deberán especificarse los objetivos, contenidos, criterios de evaluación y metodología, así como a la atención al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo.
  4. Preparación y exposición oral, en su caso, de una unidad didáctica. La preparación y exposición oral de una unidad didáctica ante el tribunal, estará relacionada con la programación presentada.
Pues esta misma prueba es la que se aplica a los aspirantes a profesor de conservatorio, pero en los siguientes términos:
  1. Desarrollo por escrito de un tema elegido por el aspirante de entre los 27 de temas extraídos al azar por el tribunal (en el caso de la especialidad de piano). Esta prueba tiene por objeto la demostración de conocimientos específicos necesarios para impartir docencia.
  2. Interpretación, durante un tiempo máximo de veinte minutos, de un programa de concierto elegido por el personal opositor en el que estén incluidas, al menos, cuatro obras representativas de los principales estilos de la literatura del instrumento. Análisis formal, contextual y didáctico, de una obra o fragmento escrita para el instrumento y propia del grado medio, propuesta por el tribunal.
  3. Presentación de una programación didáctica.
  4. Preparación y exposición oral, en su caso, de una unidad didáctica.
Comparemos los dos modelos (el actual y el preLOGSE) y observaremos que lo único que permanece es el ejercicio de interpretación, y con una sensible diferencia, pues en el modelo preLOGSE tocar estaba muy valorado (¡aunque no se sabía cuánto!), y en actual modelo, la interpretación y el análisis suman el 20% de la nota final, si la oposición es en Andalucía, el 40% si es Madrid, ... El resto de las pruebas consiste en "empollarse" 27 temas sobre la especialidad instrumental, elaborar y defender una programación didáctica, y elaborar y exponer una unidad didáctica (esto último es lo que sustituye a la clase con alumnos reales).

Dando por supuesto la validez de estos últimos ejercicios, que es mucho suponer, demasiado suponer diría yo, y sin entrar en el criterio de calificación (aunque no puedo dejar de preguntarme ¿qué perfil de profesorado busca la administración -andaluza, en este caso-?), este modelo de prueba tendría algún sentido para aquellos aspirantes que en su formación inicial (estudios superiores) hayan adquirido una serie de conocimientos "científicos", un dominio de las técnicas de trabajo para impartir la materia específica, y una formación didáctica que les permita elaborar con precisión una programación didáctica y hayan adquirido la destreza para comprender, elaborar y aplicar unidades didácticas a la enseñanza de la especialidad por la que se opta.

¿Y quién son esos aspirantes?, pues si no me equivoco, únicamente tendrían esta formación los licenciados en ciencias de la educación (que tampoco debe ser muy profunda habida cuenta del próspero negocio de las academias para preparación de oposiciones de primaria, secundaria y... de lo que se tercie) y los titulados superiores en pedagogía del canto y de los instrumentos procedentes de los únicos cuatro conservatorios superiores en toda España donde se imparte esta especialidad.

¿Y los licenciados y titulados superiores de las demás carreras, es decir, los que se presentan para profesores de secundaria y para profesores de conservatorios? ¡Al CAP! (ya hablé en el anterior artículo de este "remiendo pedagógico tapavergüenzas", especialmente para titulados superiores de música).

Llegados a este punto, se me ocurre la siguiente reflexión: si los conservatorios no tienen tradición, ni formación inicial sobre teoría curricular, si la realidad de este modelo en el día a día del aula está reflejada únicamente en papel (Proyecto Curricular, cuyo contenido casi nadie utiliza, pues la mayoría de los profesores siguen con su método intuitivo heredado de sus profesores consistente en "montar" un programa, con sus bondades y sus carencias), si nadie se ha ocupado en preguntar si este modelo de escuela es apropiado para los conservatorios de música, si nadie se ocupa de establecer controles de calidad que confirmen, a posteriori, la bondad o no del sistema de selección, ... ¿a quién diantres se le ha ocurrido tamaño sinsentido?, ¿en qué estamos pensado los profesionales de la educación musical ante este atropello?, ¿estamos satisfechos con este proceso selectivo?, ¿que hacemos para expresar nuestra contrariedad?, ¿mirar hacia otro lado?, pues me temo que sí. Quisiera equivocarme profundamente y, si así fuera, recibiría con sumo agrado cualquier comentario en contra de esta realidad (al menos para mí y el entorno educativo que conozco), pero que fuese con argumentos de hecho, con experiencia propia.

Y dicho esto, proclamo lisa y llanamente que, bajo mi punto de vista y experiencia docente, el modelo de escuela por objetivos, o sea, el modelo curricular, es un medio extraordinario, como poco, para poner orden y concierto en nuestras enseñanzas, lo que ocurre es que la administración, a través de los técnicos en educación que han desarrollado la LOGSE y después la LOE y luego la LOA (y digo desarrollado y no concebido) no han tenido la delicadeza de preguntarnos a los profesores de conservatorio ¿cómo nos van las cosas?, si es viable y compatible este modelo con nuestras enseñanzas, si no habría que hacer algún reajuste o adaptación. Y por el lado que toca al colectivo docente de conservatorios, tampoco es que haya manifestado un fervor febril por este nuevo modelo que nos impusieron con la LOGSE, más bien se ha acomodado a seguir la corriente administrativa, ha aprendido a cumplimentar (bueno, ¡esa es otra!) los documentos curriculares (que por otro lado es lo que parece querer la administración, tener los documentos cumplimentados según plantilla por si se producen reclamaciones, saber dónde y a qué agarrarse y, de la calidad de la enseñanza -bueno, de eso mejor no hablar-), en definitiva, ha desarrollado la capacidad de moverse entre dos aguas.

Asimismo, también proclamo abiertamente las bondades de la metodología utilizada por nuestros profesores, aquellas enseñanzas que a lo largo del tiempo han seguido y siguen demostrando su validez y eficacia, así como reconozco y descarto los aspectos obsoletos de la misma, sin dejar de admitir que el modelo curricular es válido, muy válido para nuestras enseñanzas, pero que reclama profunda reflexión y amplio debate de todas las partes implicadas, para conseguir una adaptación a nuestras enseñanzas que redunde en una mejora sustantiva de la tan ansiada como poco desarrollada calidad de nuestras enseñanzas.

¡Pero...!, ¡se me olvidaba (quizás inconscientemente por la insignificancia de su peso real en el proceso global de selección) nada más y nada menos que una de las fases de la oposición!, a saber:
  1. Fase de concurso (méritos) - oposición (pruebas de selección)
  2. Fase de prácticas
¿En qué consiste la fase de prácticas? Pues, siendo una oportunidad de oro para enmendar lo enmendable de todo el proceso anterior, acaba siendo ¡otro puro trámite! (y me quedo muy corto con el adjetivo, porque podría contar situaciones esperpénticas) y que, a no ser que el aspirante realice un dislate descomunal, quien aprueba la oposición, tiene garantizada la superación de la fase de prácticas después de un año de trabajo en un conservatorio público. ¡Craso error!, pues es en ese momento donde se podría hacer un seguimiento muy de cerca al aspirante, para evaluar con tiempo y perspectiva sus aptitudes, actitudes y habilidades docentes en la práctica, en el aula, en contacto con los alumnos y la comunidad educativa.

Para terminar (creo que me he vuelto a pasar en extensión), voy a esbozar lo que, a mi juicio, tendría un poquito más de sentido y, en consecuencia, de eficacia en el proceso de selección del profesorado de conservatorios. Para ello no voy a diseñar una prueba, sino a enumerar unas directrices en las que poder fundamentar la elaboración de otro modelo de prueba selectiva.
  1. La administración educativa ha de tener muy claro el perfil profesional que está buscando. En esta tarea debe asesorarse, pero asesoría exenta de ideología, intereses o fines partidistas (y aquí topamos con la inaplazable e imperiosa necesidad de un pacto de estado en educación), es decir, por profesionales del aula, directores comprometidos con la enseñanza y técnicos de la educación musical exentos de sospecha ideológica.
  2. Las pruebas habrían de diseñarse en función de dicho perfil y, al tratarse de la enseñanza musical, tendría que haber algún ejercicio en el que el aspirante demostrase sus aptitudes pedagógicas de manera práctica, en una simulación con personajes reales.
  3. En simpatía con el anterior punto, se valorarían significativamente mejor las titulaciones de especialidades pedagógicas (del canto y de los instrumentos, en el caso que nos ocupa). Para ello, las comunidades en las que aún no existe esta especialidad, junto con los directores de los centros de enseñanza superior de dichas comunidades, ambos responsables de esta lamentable situación, tendrían que "ponerse las pilas" e incorporar dichas especialidades, o asumir el riesgo de una reducción drástica en el número de matriculaciones por dispersión del alumnado superior a los conservatorios que cuentan con esa titulación.
  4. El aspirante debería demostrar sus conocimientos "científicos" (los temas) como se demuestra el movimiento, andando, es decir, dando clase. Por lo tanto, durante la clase (o clases, pues sería conveniente apreciar en el aspirante su versatilidad en el trato a alumnos de edades bien diferenciadas) el opositor y en base a la obra que presenta el alumno, podría desarrollar todos sus conocimientos, habilidades y destrezas técnicas, musicales, expresivas, pedagógicas y didácticas, de tal manera que los 27 temas que hay que "empollar" actualmente, y escribir durante dos horas en el desarrollo del ejercicio, se enfocarían hacia la clase práctica; así como aspectos sobre el estudio, la planificación, recomendación de ejercicios diarios... Es decir, dar la oportunidad de demostrar, a quien realmente lo tenga, su talento docente. El ejercicio estaría compuesto por dos partes, en la primera se desarrollaría una clase colectiva con tres alumnos (de enseñanza elemental) durante hora y media, y la segunda otra clase con un alumno de enseñanza profesional (de 3º a 6º principalmente), también de hora u hora y media, según el nivel cursado por el alumno elegido y en correspondencia con el horario lectivo de la asignatura. Actualmente es suficiente con aprenderse de memoria una programación didáctica (realizada, comprada o copiada por el opositor) y hacer lo propio con una hipotética unidad didáctica de dudoso valor práctico, para resolver con garantía de éxito la prueba docente o didáctica.
  5. Igualmente sería necesaria una demostración de las capacidades interpretativas del aspirante, desde el punto de vista técnico, expresivo y acorde a las convenciones estilísticas de la época (ejercicio de interpretación).
  6. La presentación de proyectos de innovación sería opcional, así como la presentación de material y/o documentos curriculares y didácticos, primando al originalidad, la reflexión y la eficacia en el aula.
  7. Otro aspecto importante sería valorar, mediante entrevista y/o test psicotécnico, las actitudes profesionales y vocacionales del aspirante.
  8. La fase de prácticas, que a mí me parece tan acertada como imprescindible, sería la más dura, pues cada aspirante le sería asignado un tutor (mediante una rigurosa selección) durante todo un año, al que, naturalmente, se le eximiría de su trabajo docente para centrarse únicamente en el seguimiento y en la formación docente de su pupilo que, a su vez, se haría cargo de los alumnos del tutor.
  9. Finalmente, el aspirante debería realizar, con la ayuda de su tutor, un trabajo de investigación educativa relacionada con su especialidad.
  10. El opositor, durante esta fase de prácticas, también debería demostrar su dominio sobre la aplicación en el aula del modelo de escuela en el que está inmerso nuestro sistema educativo, el currículum.
No ha sido premeditado acabar con un decálogo, es más, seguramente muchos seguidores del blog que compartan conmigo experiencia educativa, harán aportaciones más valiosas que las líneas directrices que aquí dejo trazadas, aumentando o reduciendo el número de apartados.

Mil perdones por la extensión del artículo y muchas gracias por la paciencia y el tiempo empleados en leer esta humilde pero sincera reflexión.

JAC

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4 comentarios:

  1. En esta sociedad en la que estamos metidos los profes, lo que con explendor y calidad propones no encaja ni aun con una cola de parafina, porque el artilugio de dos agujeros donde se introducen los sistemas que necesitan electricidad siguen siendo el punto de predilección para las arcas de la enseñanza, vamos, el enchufe. Y este año lo he vuelto a vivir en mis carnes viendo como ante mi la junta coloca a dos "profes" de 5 dudoso dejando atrás a esos "especímenes" de 8 y más que parece ser que no les interesa. Así que en mi positivismo confío en sacar algún día un cinco pelado con un montón de tiempo de servicio y mil amigos al otro lado de la barrera, y sé que ese día llegará, y yo estaré ahi, luchando para dar la "no talla".

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  2. Al empezar a leer este inusitado artículo, le hago una reflexión:

    Llevo 10 años trabajando en la enseñanza, llenando de ilusiones vanas a infantes de familias medias, la adoración por el sonido, las interpretaciones que se hagan de él, y el sacrificio de saber pulsar un mueble bicolor durante horas y horas a lo largo de nuestra esixtencia.
    Y en estas me acuerdo que yo fui uno de esos niños, al que si le hubieran percatado del berenjenal en el que se estaba metiendo, le hubieran hecho un favor economico estupendo a su familia, y a la que decidí crear hace algunos años, no sin temerosas comeduras de cabeza sobre si estaría preparado para ser un buen orientador en materia educativa o no.
    En estas, me pregunté que interes tendrían aquellos profesores que me convencieron en que todo sacrificio tiene una noble recompensa, si la de llenar los bolsillos de los mismos intereses que me dieron la vocación de no haber podido ganar un sueldo digno con el que cubrir mi independencia como persona, y para colmo vanagloriarme de las expectativas profesionales que nos gusta mostrar a nuestros desdichados pupilos.
    Para rematar la faena, me di cuenta de que aquellos compañeros de escuela que terminaron trabajando para las entidades estatales poseían niveles economicos hereditarios altos, luego mi formación pendía del status familiar.
    Realizaron numerosos cursos, alguna carrera más que sin ánimo de lucro costaba dinero.
    La enseñanza no es gratuita.
    Luego quienes se llevan el pez al agua, son mentes privilegiadas en entonar a las musarañas, o alguna persona que tuviera la habilidad de haber nacido en una familia con recursos, clases de perfeccionamiento, improvisación y demás menesteres...

    Señor maestro, este usted satisfecho de no honrar a los aparatos administrativos en materia educativa, y atrévase a declararse como un privilegiado más dentro de la sociedad de consumo cultural.
    Gracias, y un saludo.

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  3. No estoy de acuerdo con el comentario anterior.

    Sí, Jose Antonio puede declararse "un privilegiado más dentro de la sociedad de consumo cultural"

    Pero HACE ALGO MÁS: en lugar de resignarse y seguir la corriente, él BUSCA, busca algún ladrillito para mejorar la situación. Eso es un tío que camina hacia delante.

    J. Antonio, te apoyo totalmente. Estoy opositando y enfrentándome a la situación que expones en tus artículos, y aunque a veces este escenario me amarga, el dia que apruebe (aunq tenga q buscarme enchufe) me dedicaré a buscar mejoras como tú haces.

    J. Antonio, gracias, me ha alegrado el dia ver tu blog y comprobar que hay vida más allá del "escandalizarse y no hacer nada" general

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  4. Mi hermana con 20 añitos sacó plaza de piano en el año 90 en Sevilla. Me ha hecho gracia lo de Pilar Bilbao creo que la tenía en el tribunal y era un hueso pero hueso. EL mérito de mi hermana fue sacar un 10 en la oposición y encima ser una "desconocida" pq ella estudió la carrera de piano en Madrid, ya sabemos como sacan las plazas algunos que estudian en Sevilla con determinados catedráticos..... Por cierto de 600 ti@s de toooda España sólo dieron 7 plazas, de hecho se quedaron sin cubrir plazas.

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