miércoles, 4 de noviembre de 2009

LA TUERCA


En el verano de 2009, y después de leer "Ideología y currículo", un extraordinario libro de
Michael Apple en que se aborda la naturaleza y los propósitos del actual modelo educativo en el mundo occidental, surgió en mi interior, de manera espontánea, una imagen literaria que resumía gráficamente el impacto emocional de su lectura.
Pidiendo disculpas por lo que a continuación va a venir -soy músico y profesor, pero no escritor y menos de narraciones- os presento esa imagen desarrollada en forma de cuento -por las fantásticas experiencias y aventuras de su protagonista- cuyo desenlace no tiene nada que ver con el propósito del libro, sino con la necesidad de resolver literariamente la trama, una opción entre otros posibles finales.
LA TUERCA
(D’après une lecture d’Apple)
Érase una vez una pequeña e insignificante tuerca, cuya acción sujetaba a un importante tornillo de una estructura mecánica que, a su vez, quedaba integrada en uno de los innumerables ingenios mecánicos de una de las cinco superestructuras de una "máquina total" de dimensiones colosales.
Esta máquina no era una máquina común, ¡tenía vida!, aunque no propia, y unos propósitos muy definidos que cumplir que, de manera implacable, hacía cumplir a sus subordinados, entre ellos, nuestra pequeña tuerca. La vida de todas las piezas de ese gran artefacto discurría de manera inexorable un día tras otro; lloviera, hiciera un sol abrasador, soplara viento o cayeran chuzos de punta la máquina seguía funcionando imperturbablemente para conseguir su cometido: la producción.
Esto significaba que las piezas y mecanismos pequeños, medianos o grandes, simples o complejos actuaban de manera coordinada y precisa para la consecución de su cometido. Pero, curiosamente, ninguno de estos elementos tenía conciencia cierta de cuál era ese cometido para el que todos trabajaban, tampoco nadie lo había explicado, y a nadie se le ocurría preguntar por tal asunto. Las piezas que, debido al trabajo incesante al que estaban sometidas, se deterioraban o rompían, gracias a un ingenio tecnológico que detectaba estos fallos antes de producirse, eran sustituidas por otras nuevas.
Un día, el gran artilugio mecánico, de manera inexplicable, se detuvo para sorpresa de todos sus componentes: grandes, medianos y diminutos. Nunca había pasado nada igual, todas las piezas, alarmadas e inseguras ante esta situación inesperada, hablaban entre sí aventurándose a vaticinar la causa de tal desastre. ¿Sería debido a un fallo en un pistón?, ¿acaso sería alguna correa de distribución?, ¿faltaría combustible?, ¿engranajes bloqueados?, ¿algún componente electrónico? ...
Sin embargo, nuestra pequeña protagonista, al dejar de sentir por primera vez en su vida esa perenne vibración, entró en una especie de letargo físico pero acompañado de una actividad interior inimaginable para un simple trozo de acero modelado y bruñido.
En su experiencia, aunque no se veía a sí misma, tenía la visión simultánea de lo que había ante, tras, bajo y sobre sí. Desde esta pluriperspectiva, algo que llamó poderosamente la atención de nuestra tuerca fue que el oscuro y gris color de su vida y de sus compañeros había dejado paso a algo nunca imaginado: la luz y el color. El azul del cielo, el verde de la hierba, el amarillo del Sol, y tantos otros matices cromáticos le hicieron emocionarse.
Pero para su perplejidad, vio, por primera vez en su lúgubre existencia, a la gran máquina en toda su dimensión; también vio la utilidad de esa maraña de tornillos, tuercas, engranajes, poleas, motores, y multitud de elementos mecánicos; observó que el cuidado y mantenimiento de cada una de las partes de esa gran maquinaria no eran para su bienestar, como ellas siempre habían pensado, sino para que el objetivo previsto fuese cumplido con precisión; y, sobre todo, se dio cuenta de la injusticia que suponía tener trabajando en la ignorancia y en la miseria interior a seis mil millones de componentes para satisfacer los intereses de una exigua minoría.
También pudo ver que, más allá de ese mundo, su mundo hasta ese momento, había seres con vida independiente, autónoma, que no necesitaban engranajes, ejes o poleas para moverse, y que no estaban conectados entre sí por tornillos, arandelas y tuercas. Eran seres que podían moverse libremente, incluso alguno de ellos podía hasta elevarse por encima del suelo y ¡volar!
Fue tal el impacto interior recibido por nuestro diminuto personaje que, cuando la maquinaria volvió a ponerse en marcha, su objetivo en la vida había experimentado un giro copernicano y, cuando tuvo que volver a su mecánica y gris existencia ya no se sentía una pieza más del sistema, su pensamiento ya no estaba allí. Este estado de "ausencia presencial" hizo que su rendimiento bajara alarmantemente y, como consecuencia, su sector inmediato comenzara a dar problemas no previstos en ninguno de los protocolos de reparación. Los sensores comenzaron a rastrear la causa del problema y, después de múltiples pruebas, detectaron por fin la causa de tal adversidad: ¡una tuerca! La tuerca ya no era eficiente, no podía mantener la tensión y la fuerza que se le exigía, no cumplía con su cometido, podía poner en serio riesgo a los componentes próximos e incluso al sistema y, como consecuencia, debía ser sustituida inmediatamente.
Ciertamente, así fue, la tuerca fue desenroscada de su tornillo, despegada de su arandela y llevada al desguace para ser reciclada y volver a comenzar un nuevo “ciclo metal”. Allí, en el desguace, todas las piezas inservibles eran fundidas y reconvertidas en nuevas piezas. Este lugar y su finalidad producían verdadero pánico en aquellas piltrafas mecánicas. Sin embargo y para asombro de todo aquel material de reciclado, nuestra pequeña protagonista, habiéndose instalado en aquella maravillosa experiencia y nutriéndose de su reveladora visión, manifestaba un extraordinario valor para afrontar este terrible momento y, a la vez, esperanza inquebrantable de una vida infinitamente mejor después de aquella inevitable transformación.
A medida que la cinta transportadora conducía a las piezas a la fundición y transformación de sus componentes mediante altísimas temperaturas, la tuerca recordaba mediante fulgurantes pensamientos toda su vida, su nacimiento como fragmento metálico, su formación, cómo sus mentores modelaban su estructura hexagonal, la precisión con que horadaban la rosca interior, las sucesivas pruebas de control a la que fue sometida, la separación de sus compañeras que por defectos en su formación o naturaleza eran marginadas del proceso de producción, ...
En tales sobrecogedoras circunstancias percibía con asombro que, lo que para los demás era el final, ella lo sentía como un nuevo principio. Y, sin perder la serenidad y la esperanza en una nueva vida libre, cayó al crisol con indescriptible alegría interior.

Y aquí debía venir eso de “Y... colorín colorado, ...” para terminar el cuento dejando a la imaginación del lector el desenlace del mismo. Pero ¡no!, voy a concluir la historia contando mi propia versión sin menoscabo de la iniciativa —de quien así lo quiera— de escribir un final alternativo.

Pues bien, como si de un sueño se hubiera despertado, recordando su vida mecánica de tuerca y dispuesta a seguir con su monótona y angustiosa existencia, comenzó a sentir que algo extraordinario había ocurrido, su percepción de la vida había cambiado.
¿Qué le había sucedido?
La experiencia de aquella pequeña pieza metálica y su intenso anhelo de trascender aquella estéril y cruel existencia llevó a nuestra querida tuerca a renacer como una preciosa y multicolor mariposa, y como tal y en ese preciso instante, la primera de múltiples e inefables aventuras se presentaba ante sus emocionados sentidos.
JAC
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domingo, 4 de octubre de 2009

El pez o la caña

"Si me das pescado comeré hoy, si me enseñas a pescar podré comer mañana."

Este viejo proverbio chino pone en conflicto dos posturas, principios o doctrinas sobre la caridad o atención al prójimo ante sus necesidades primarias -la limosna, el óbolo, el regalo per se, ...-, versus la ayuda al desarrollo de habilidades manuales y/o intelectuales y valores como el esfuerzo propio y la autoestima como garantía de futuro.

Actualmente, ambas realidades conviven como dos formas de entender las relaciones sociales. La política de subvenciones, "pan para hoy y hambre para mañana", lleva a la quiebra a un país por cuanto el obrero no necesita un subsidio sino una oportunidad, un puesto de trabajo, una dignificación de su actividad laboral o profesional. En medicina, un paciente informado es un colaborador del médico, pero cuando aquél es un simple receptor de medicamentos, esta maravillosa profesión pasa a convertirse en un trabajo mecánico, burocrático y deshumanizado. En educación, no podemos -bueno, sí podemos, aunque no debemos- desarrollar nuestra actividad docente ayudando a solucionar problemas a los alumnos, o facilitándoles las fórmulas para aplicarlas a determinadas situaciones. Los ciudadanos de las próximas generaciones tendrán que "... adquirir, actualizar, completar y ampliar sus capacidades, conocimientos, habilidades, aptitudes y competencias para su desarrollo personal y profesional" (como promulga la LOE) que les permita afrontar con éxito los retos que les depara el estimulante, a la vez que inquietante, futuro en todos los ámbitos de la vida.

Considero que un buen profesor "se es", y que esa vocación mejora con los años, con la experiencia propia y ajena, con el intercambio de experiencias y conocimientos con otros colegas, con la investigación, la reflexión, el estudio, ... y también con algunas aportaciones, cuando es el caso, de la legislación educativa vigente en cada tiempo. Este tipo de profesionales no necesitan leyes educativas que les digan lo que tienen que enseñar o lo que tienen que dejar de enseñar a sus alumnos. Cierta es, por otro lado, la necesidad de normativas (leyes, decretos, órdenes, ...) para organizar administrativa y académicamente las diferentes enseñanzas, pero en cuanto a los contenidos de las mismas habría mucho que hablar y debatir.

Efectivamente
, estamos en un sistema y hay que ceñirse a las reglas del juego pero, sin infringirlas, el profesor que realmente tiene conciencia de lo que él y la familia tienen entre manos -¡la formación para la vida de una persona!- comunica los contenidos preceptivos pero impregnados de los valores que realmente van a formar el carácter de sus alumnos. ¿Acaso no debería ser ése el fin último de la educación, ayudar a FORJAR EL CARÁCTER de cada ser humano?

Pues creo que la realidad nos muestra que no. La sociedad tecnicista en la que nos encontramos (atrapados) lo que demanda son piezas de mayor o menor especialización para que su "maquinaria" funcione con precisión y eficacia en la consecución de sus objetivos; objetivos que indudablemente no contemplan el crecimiento interno del ser humano para ser mejor persona, mejor padre y madre de familia, mejor hijo, mejor hija, mejor obrero y persona, mejor empresario y persona, mejor profesor y persona, mejor alumno y persona, mejor director y persona, mejor jefe de gobierno y persona, mejor asesor y persona, mejor líder de la oposición y persona, mejor político y persona, mejor policía y persona, mejor comerciante y persona, mejor artista y persona, ... porque si fuera así, si la educación estuviera enfocada a ayudar a las personas a ser mejores en su trabajo o profesión pero también a mejorar, a crecer, a "evolucionar" como ser humano, no habría tanta desigualdad e injusticia social, ni tanto dolor, hambre y calamidades en este atribulado mundo.

Por ello, celebro -aunque con reservas- la aparición de la competencia en educación entendida como "aptitud o capacidad de movilizar rápida y pertinentemente toda una serie de recursos, conocimientos, habilidades y actitudes para afrontar de manera eficiente determinadas situaciones", pues se trata de proporcionar un poco más de caña y un poco menos de pescado. Claro que, y de ahí mis recelos, esta movilización de recursos, abiertamente, está dirigida al campo profesional, aunque las mismas autoridades educativas avisan sobre ese riesgo -mas estoy convencido que con la boca pequeña-.

Lamentablemente, esta importante novedad sólo ha sido de aplicación a la educación general. De nuevo la música, a pesar de las "buenas intenciones" de nuestra vieja amiga "la LOGSE" en cuanto a unificación, coordinación e intergración de las enseñanzas generales con las enseñanzas especiales, vuelve a quedar offside; el empecinamiento de los hechos demuestran que esa cacareada coordinación curricular logsiana es pura apariencia, pues en la reciente reforma LOE-LEA (Andalucía), la música ha quedado de nuevo excluida de esta novedosa y, creo que, importante orientación educativa a nivel OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).

Refiriéndome en concreto a mi colectivo, los músicos, ya no sé si es que estamos "curados de espanto", si es que nos da igual o si es que no nos enteramos de lo que está pasando en nuestro entorno inmediato educativo, lo que sí sé es que cuando algo bueno aparece en educación, no podemos -y subrayo podemos, por dignidad profesional- dejar pasar oportunidades como éstas.

Llevo muchos años, prácticamente desde que las administraciones educativas nos embutieron en el modelo de escuela por objetivos, buscando fórmulas que permitan la conciliación entre la enseñanza instrumental -las enseñanzas teóricas son mucho más fáciles de adaptación al currículo- y la teoría curricular. Muchos han sido los intentos, y en cada uno de ellos he ido vislumbrado mayores posibilidades de adaptación. Con ello quiero decir que, sin dejar de admitir que el modelo curricular es válido, muy válido para nuestras enseñanzas, no es menos cierto la necesidad de una profunda reflexión y amplio debate de todas las partes implicadas para conseguir una adaptación a nuestras enseñanzas musicales, sin descartar de nuestra práctica los aspectos del modelo tradicional que a lo largo del tiempo han seguido y siguen demostrando su validez y eficacia: lo mejor del currículo y lo mejor de la enseñanza instrumental tradicional.

Pero como esta reflexión y debate multisectoriales creo que, si llegan a producirse, no va a ser mañana, ni la semana que viene, ni el mes que viene, ... no puedo dejar de ofrecer a mis alumnos -ni a los profesores que quieran acompañarme en este caminar- mejores perspectivas educativas mediante un nuevo enfoque de la enseñanza instrumental a través de una programación didáctica alternativa realmente útil, activa, comprometida con el modelo curricular vigente, en la que además de servir de consulta para elaborar los diferentes repertorios para cada alumno, sirva para organizar, controlar y mejorar los procesos educativos, y así optimizar los resultados musicales de los estudiantes, llegando, de esta manera, a conseguir una coherencia entre lo que se planifica y lo que se realiza en el aula.

Y, precisamente, ha sido el significado de "competencia" lo que ha permitido la realización de este ambicioso proyecto, ya aprobado por el departamento de piano del centro en el que trabajo, y puesto en marcha en mi aula de piano. Por ello quiero aprovechar este medio de comunicación para agradecer sinceramente a todos y cada uno de los miembros de mi departamento la confianza depositada en mi persona y la comprensión mostrada hacia mi propuesta educativa, dando el visto bueno para su puesta en marcha. Estoy convencido de que este planteamiento va a permitir conseguir lo que sin lugar a dudas considero el fin último de la educación musical en una disciplina instrumental, la formación del carácter musical del alumno, aprender a abordar e interpretar obras de diferentes estilos, aplicando a cada uno las convenciones interpretativas propias, pero con carácter propio, con criterio personal, genuino, auténtico que, junto a la fidelidad a la partitura, constituyen la esencia misma de la interpretación y el mejor homenaje que podemos hacer a la memoria del autor de cada obra que interpretemos.

Ese, creo yo, sería el camino para olvidarnos del pez y centrarnos en la caña.

Pero ..., si en las enseñanzas musicales no se han delimitado competencias ..., ¿cómo has podido diseñar una programación didáctica por competencias?, os estaréis preguntando. "Pero ...-como suele decir el narrador en historias con final abierto- eso es parte de otra historia, y otro será el momento de contarlo".

Gracias por vuestra atención,

JAC

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miércoles, 9 de septiembre de 2009

(des)ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD


El título de este artículo es cierta y deliberadamente provocativo, no por cuanta polémica pueda suscitar, sino por su intención de zarandear conciencias y aclarar situaciones que nadie sabe o quiere saber, pero que algunos profesores de conservatorio han padecido, padecen y padecerán si no se pone remedio a la situación.

La provocación surge del análisis parcial que hago de la expresión "Atención a la diversidad", que de manera tan prolija aparece en los documentos curriculares y que habitualmente suele asociarse al ámbito de las necesidades educativas especiales (NEE), que es el asunto que trataremos en este artículo. Sin embargo, no podemos olvidar que la atención a la diversidad está referida, en un sentido más amplio, al trato personalizado que todo docente ha de manifestar ante cada alumno en función de su perfil cognitivo, personalidad, sensibilidad, potencialidades, ..., algo que intentaré desarrollar en otro momento.

Así pues, hecha esta aclaración, pasemos al asunto que nos ocupa.

Recientemente, un opositor me hizo una consulta sobre el espinoso asunto de la atención a la diversidad en conservatorios de música, con el fin de elaborar este apartado de su programación didáctica. A medida que iba contestando a sus preguntas y disipando sus dudas, más me convencía de la necesidad de publicar dicha información, oculta generalmente a la percepción del gran público, pero de contumaz presencia en el día a día de los conservatorios, en este caso. Esto que viene a continuación es lo que, más o menos, le contesté.

Si la elaboración de la programación didáctica pensada expresamente para una oposición me resulta ya falsa y totalmente inútil (es un documento descontextualizado, que se puede copiar, comprar o "maquillar" de la página de los centros que tengan "colgado" su Proyecto Curricular, por consiguiente, que no dice nada de las capacidades pedagógicas del aspirante y que, en la mayoría y en el mejor de los casos, sirve como fuente de conocimiento a los miembros de los tribunales que poco o nada saben de teoría curricular aplicada a las enseñanzas musicales), el tratamiento del tema de la "Atención a la diversidad" se me hace especialmente indigesto porque es el más claro reflejo del modus operandi de cualquier político (siempre hay honrosas excepciones, afortunadamente), es decir, grandilocuencia verbal y gestual, grandes discursos, grandes proyectos, grandes promesas, grandes leyes y luego... grandes mentiras, y además, en el caso de la enseñanza musical, aplicando con procaz desparpajo el slogan "lo que vale para la enseñanza general, vale para la enseñanza musical".

Es indignante que la normativa vigente plantee un proyecto tan fantástico como necesario, como es la atención a la diversidad (y que en otras enseñanzas -primaria y secundaria, principalmente-, con sus más y sus menos, sí se está abordando de manera eficiente, con sus más y sus menos, repito) y que la tristísima realidad sea que no hacen ni "pito" caso a su desarrollo y puesta en marcha allá donde también se necesita, estoy hablando específicamente de conservatorios.

Veamos el por qué de mis afirmaciones repasando lo que la administración hace por la aplicación de este proyecto de atención a la diversidad en conservatorios:
  1. Formación inicial del profesorado en el ámbito de la educación especial: CERO
  2. Formación permanente (cursos para profesores): CERO
  3. Puesta en marcha de programas de eliminación de barreras: ¿QUÉ BARRERAS?, en el centro en el que he sido director durante 12 años, hay partes inaccesibles para alumnos con determinados déficits físicos, habiendo habido de por medio una reforma del centro bastante costosa, pero para "eso" ya no quedaba dinero.
  4. Apoyo de la administración a una situación de NEE (Necesidades Educativas Especiales): simple y llanamente, INEXISTENTE, por decirlo suavemente, o no hay especialistas, o no hay voluntad de contratarlos, ... únicamente organizaciones como la ONCE facilitan apoyo a esos alumnos, especialmente con deficiencia visual.
Es decir, y esto es lo verdaderamente fantástico, incluso mágico (diría yo), si un profesor se encuentra un "buen" día al comienzo del curso con un alumno con NEE, tiene que conseguir que dicho alumno, al finalizar el curso académico, supere los objetivos planificados para el nivel en el que está matriculado, al igual que sus demás compañeros, tal y como decía la recién derogada disposición adicional segunda del Real Decreto 756/1992, de 26 de junio, por el que se establecen los aspectos básicos del currículo de grado elemental y medio de las enseñanzas de música:

Las Administraciones educativas adoptarán las medidas oportunas para la adaptación del currículo a las necesidades de los alumnos con minusvalías. En todo caso dichas adaptaciones deberán respetar en lo esencial los objetivos fijados en el presente Real Decreto.

O como señala la vigente Orden de 25 de octubre de 2007, por la que se desarrolla el currículo de las enseñanzas profesionales de Música en Andalucía, en su disposición final primera (Atención a la diversidad):

Se autoriza a la persona titular de la Dirección General competente en la materia a dictar orientaciones para aplicar las medidas de atención a la diversidad que se desarrollen en los centros educativos, a fin de que el alumnado adquiera los objetivos específicos y generales previstos para las enseñanzas profesionales de música.

Es decir, la cuadratura del círculo, que los profesores que tengan una situación de NEE, sin formación especializada (inicial o permanente), sin apoyo de la administración, sin material específico, sin dotación económica especial (ni ordinaria) han de conseguir que ese alumno cumpla con los objetivos establecidos para todos los demás alumnos de su nivel. ¿Que cómo? ¡Ah, bueno!, eso ya es cosa del docente y de su capacidad de obrar milagros (¡vamos, que ni el mismísimo Dumbledore de "Harry Potter"!).

Es cierto que en nuestros centros la incidencia de alumnos con necesidades educativas especiales no tiene nada que ver ni en cuanto a cantidad ni en cuanto al tipo de necesidades especiales. Por ello, y antes de concluir, es conveniente conocer, para quien no tenga esta información, los diferentes tipos de necesidades educativas especiales que establece la administración educativa:
  1. Adaptación social (factores sociales, económicos, culturales...)
  2. Déficit o sobredotación intelectual
  3. Dificultades de aprendizaje
  4. Deficiencia sensorial
  5. Desórdenes de la personalidad
De estos posibles casos, el más común en nuestros centros es la sobredotación, algún que otro caso de dificultad de aprendizaje y menos aún de deficiencia visual. En el primer caso, la sobredotación, la falta de formación inicial y permanente del profesorado queda compensada, de alguna forma, por el trato personalizado inherente a la enseñanza individualizada instrumental, por la intuición y sentido común del profesor y por la posibilidad de realizar ACI's (Adaptaciones Curriculares Individuales). En los demás casos, allá se las entiendan los profesores según su leal saber y entender.

Señores de la administración educativa, si verdaderamente quieren ser como dicen querer ser a través de su retórica política proselitista, fíjense en el único caso que yo conozco (quizás existan más, no lo sé) de atención a la diversidad, ¡pero EN SERIO!: el proyecto "Tots músics, tots diferents" (v. desde pág. 50) realizado en el Conservatorio Profesional de Música de Torrent, incluida una importante subvención de la Generalitat Valenciana, la formación específica del profesorado implicado, dotación de profesorado de apoyo y unas cuantas cosas más; todo eso para un reducido número de alumnos con necesidades educativas especiales LEVES.

¡Pobre opositor!, lo siento, pero este es el panorama. Sin embargo, no se te vaya a ocurrir poner esto en tu programación didáctica porque puedes encontrarte con algún miembro del tribunal que, habiendo sido seducido por el "canto de sirenas" de la ideología política gobernante del momento (da igual una que otra), no sintonice con estas ideas (¡qué ideas, hechos!).

Si en algún punto de la geografía nacional hay noticias de alguna otra iniciativa como la de Torrent, por favor, agradecería que alguien me la hiciera saber.

JAC

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