miércoles, 17 de agosto de 2016

La evaluación continua o la evaluación continúa (como siempre)

La evaluación continua es una forma de entender la evaluación de manera muy distinta a como se entendía tradicionalmente durante el periodo preLOGSE. El principal foco de atención de la evaluación continua -si sólo atendemos al alumno, como suele ser cuando se habla o trata de evaluación- es el proceso de aprendizaje, siendo su finalidad última formativa y no calificadora.

Este principio es algo que deja bastante claro la ordenación académica de las diferentes consejerías de educación de las CCAA emanada, a su vez, de las directrices marcadas por el Ministerio de Educación (Cultura y Deporte)

Si nos remitimos a las órdenes de evaluación que elaboran las consejerías de educación de las diferentes comunidades autónomas:

"La evaluación de los aprendizajes de los alumnos (...) será continua para facilitar la orientación y mejora del proceso de enseñanza y aprendizaje e integradora aunque diferenciada según las distintas asignaturas del currículo." (C.A. Madrid)

"La evaluación (...) debe ser personalizada, continua, integradora y formativa: personalizada, en cuanto que tendrá en cuenta las posibilidades de cada alumno y el trabajo realizado por éste en relación con los objetivos previstos y los alcanzados; continua, en cuanto que implica un seguimiento constante del proceso educativo de los alumnos; integradora, porque implica tener en cuenta los objetivos generales del grado a la hora de considerar la evaluación de los distintos ciclos y materias que componen el currículo de este grado; y formativa, por servir para regular y orientar el proceso educativo." (C.F. Navarra)

"La evaluación continua tendrá un carácter formativo al permitir la incorporación de acciones y medidas de mejora en cualquier momento del proceso educativo." (C.A. Canarias)

"La evaluación será continua en cuanto que estará inmersa en el proceso de enseñanza y aprendizaje del  alumnado y diferenciada según las distintas materias del currículo. El profesorado observará los progresos del alumnado en cada una de las materias y tendrá como referente los criterios de evaluación de las mismas para valorar el grado de consecución de los objetivos previstos para cada una de ellas ." (País Vasco)

"En el marco de la evaluación continua, se valorará el progreso global de cada alumno en las diferentes materias." (C.A. Cataluña)

La evaluación será continua en cuanto estará inmersa en el proceso de enseñanza y aprendizaje del alumnado con el fin de detectar las dificultades en el momento en que se producen, averiguar sus causas y, en consecuencia adoptar las medidas necesarias  que permitan al alumnado continuar su proceso de aprendizaje. (C.A. Andalucía)

(...)

Bueno, esto es la teoría,  sin embargo, actualmente,  me atrevería a decir que hay muchos (muchísimos) profesores que -a pesar de utilizar el término de manera fluida y natural en su entorno laboral- desconocen tanto el concepto como la aplicación práctica en el proceso de aprendizaje del alumnado. Y esto hace que tanto el término como el concepto y su significado se estén pervirtiendo en tanto que el profesor que cree aplicarlo está convencido de que está realizando correctamente su trabajo, y el alumno que lo padece está recibiendo una señal equivocada, una idea errada de un término extraordinariamente popular: evaluación continua.

Sin entrar a debatir sobre la responsabilidad y las causas que han llevado a la situación actual, es fundamental que, para evitar este posible desconcierto entre profesores mal formados en términos de evaluación y alumnos afectados por esta deformidad, se aclare en el terreno de los hechos, es decir, en el aula. Para ello, voy a poner mi pequeño granito de arena para intentar contribuir a la comprensión de la "escurridiza" idea.

El término "evaluación continua" corresponde a un método de evaluación presidida por una constante característica: la atención permanente al proceso de aprendizaje del alumnado (o lo que sea que se esté evaluando) por parte del personal evaluador. Durante este proceso, necesariamente debe haber un procedimiento diagnóstico constante, es decir, un sistema de valoración mediante la utilización de diversas herramientas o instrumentos de evaluación que vaya ofreciendo resultados parciales sobre el proceso de cada alumno a lo largo de un periodo determinado de tiempo (semanal, mensual, trimestral, cuatrimestral, semestral o anual).

Esto nos lleva a pensar que quizás estemos cargando desproporcionadamente la balanza de la enseñanza en detrimento de la balanza del aprendizaje. Efectivamente, llevamos inmersos desde hace tiempo en un nuevo paradigma al que no se le está prestando la suficiente atención, el aprendizaje, es decir, cómo, cuánto y cuándo aprende nuestro alumnado. Quizás aún estemos demasiado preocupados por cómo enseñar los contenidos que nos marca el currículo de cada materia (que está muy bien, pero en su justa medida), y nos estemos olvidando de enseñar al estudiante a aprender a aprender y a desarrollar sus capacidades y destrezas en el campo que corresponda.

La evaluación continua surge de la necesidad de sustituir o contraponer el carácter marcadamente calificador propio de otra época (lo que en términos curriculares se denomina evaluación sumativa). Su finalidad principal es conseguir los mejores resultados posibles en el desarrollo de las capacidades del alumnado mediante el perfeccionamiento del proceso formativo del mismo.

Uno de los problemas que motivan este desconcierto generalizado en torno a la evaluación continua es, precisamente, la cantidad de años que lleva establecido por ley de manera sistematizada, lo que hace suponer que la mayoría de los docentes deberían dominar, algo que dista mucho de la realidad de las aulas.

En muchas ocasiones (pero en muchas, de verdad), se ha quedado a mitad de camino -como suele pasar en los procesos de innovación- creyendo haber llegado al final del mismo, es decir, se ha quedado con la parte de la evaluación continua que induce a "... la realización de pruebas periódicas a lo largo de un tiempo lectivo...", pero se ha quedado en el tintero la segunda parte que reza "...con el objetivo de perfeccionar el propio proceso de formación". Así pues, la creencia de estar realizando una evaluación continua se manifiesta en espejismos como:
  • Realizar un simple y llano cambio terminológico: ya no son exámenes (¡vade retro!), ahora son pruebas, evaluaciones, controles...
  • Aumentar el número de pruebas sin el menor interés por el proceso formativo del alumno.
  • Añadiendo calificaciones "decorativas" como "tanto por asistir a tal actividad", "tanto por colaborar en...", intentando dar una idea de "diversificación" en la evaluación que en el fondo nada tiene que ver con el proceso madurativo y formativo de cada alumno de manera directa.
  • Obviando de manera flagrante la relación directa que hay entre evaluación continua y atención a la diversidad.
  • ...
Es evidente que la administración educativa tiene mucho de responsabilidad en este asunto, ya no sólo por la falta de formación del profesorado -que la tiene y mucha-, sino porque la práctica de la evaluación continua bien entendida -como ocurre con la atención a la diversidad- está íntimamente relacionada con el ratio, cuantos más alumnos se agrupan por clase más difícil se hace realizar una evaluación continua de calidad.

Sin embargo, como ya he dicho en muchas ocasiones, para el docente "rebelde ante la mediocridad" la dificultad debe ser entendida como un reto a superar, y la necesidad como una oportunidad de encontrar soluciones a problemas aparentemente insolubles. Animo pues a toda la comunidad docente a seguir trabajando en este ámbito, pues es un componente especialmente sensible del sistema educativo y que incide directamente en el nivel de profundidad y en la calidad de la formación de nuestro alumnado.

Creo que la solución al problema de la no aplicación real de los procesos de evaluación continua, no pasa únicamente por aclarar el concepto y poner unos ejemplos de lo que no es la evaluación continua, de nada servirá cualquier aportación teórica al problema sin la participación activa del profesorado mediante la implicación en la toma de decisiones como, por ejemplo:
  • Analizar de manera exhaustiva lo que cada uno entiende por evaluación continua, realizando una revisión a fondo de su práctica, y tomando decisiones encaminadas a rectificar los aspectos no contemplados en la misma, y desechando aquéllos que no se adaptan a esta filosofía evaluativa.
  • Pedir ayuda especializada al centro en el que se trabaja, siendo sincero y honesto consigo mismo y con sus alumnos, si el punto anterior es demasiado exigente o presuntamente inalcanzable para hacerlo por si mismo.
  • Buscar permanentemente herramientas de evaluación cada vez más eficientes que permitan reflejar el resultado de la aplicación del espíritu de la evaluación continua en su versión más auténtica. 
  • Contribuir, en la medida de las posibilidades de cada uno, a llevar a cabo el cambio de paradigma evaluativo que supone pasar de la búsqueda de una calificación final, sin más consideraciones que el grado de aproximación al resultado que espera el profesorado -poniendo especial empeño en ámbito de la enseñanza y desentendiéndose literalmente del ámbito del aprendizaje-, a la valoración permanente del proceso formativo del alumnado atendiendo al desarrollo de las destrezas, habilidades, capacidades y competencias en juego. 
  • Mandar al alumnado una señal clara y certera de la evaluación continua bien entendida mediante la propia actividad docente, aplicada a todo su proceso formativo.
  • Crear foros de debate y reflexión sobre este tema entre el profesorado del centro.
  • ...
Espero que, al menos, este artículo haya desperezado la acomodación de la práctica docente en la que demasiado frecuentemente se suele caer en el mundo de la educación.

Muchas gracias por la atención y el tiempo invertido en la lectura de esta reflexión.

JAC

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5 comentarios:

  1. Querido José Antonio,
    Muchas Gracias por el artículo. Como siempre, muy acertado en tus consejos para el día a día.
    Un abrazo!
    Dani

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  2. Muchas gracias...pero no me ha quedado claro...podrías decir qué entiendes como evaluación continua...porque solo veo qué no es. Muchas gracias

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  3. Para ser breve la evaluación debería ser menos calificadora.

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  4. Para ser breve la evaluación debería ser menos calificadora.

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  5. Me encanta cuando un profesor habla de la falta de preparación del resto de profesores. LOL.
    Y totalmente de acuerdo con Félix: es muy fácil decir cómo no hacer evaluación continua; no es tan fácil decir cómo hacerla.

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