lunes, 16 de febrero de 2009

Aprendizaje instrumental y experiencia escénica

Orientar a los estudiantes sobre la experiencia escénica es algo extraordinariamente importante en el aprendizaje instrumental debido, especialmente, a que es en el escenario donde finalmente se pone a disposición del oyente (espectador, profesor, tribunal, ...) el resultado del trabajo instrumental realizado, en cuanto a estudio, dedicación, investigación e implicación interpretativa de cierto repertorio se refiere.
Sin embargo, y sin pretender realizar un estudio ontológico del tema, es muy poco o casi nada la atención que se dedica a este aspecto en la enseñanza de un instrumento, siendo, sin lugar a dudas, un factor determinante para que en una situación escénica, el tiempo dedicado a la preparación de una obra o repertorio se corresponda con los resultados obtenidos —traduciéndose en satisfacción personal e impulso motivador en el estudio— o, por el contrario, el resultado musical no tenga nada que ver con el esfuerzo, el tiempo y los progresos obtenidos en el estudio —lo que, sin duda, provoca un estado de frustración, tristeza y desmotivación, además de alimentar el temor a una nueva experiencia escénica—.
Por lo tanto, es fundamental el desarrollo de actividades en el aula y complementarias fuera de ella, para concienciar al estudiante de la extraordinaria importancia de dedicar una parte de su trabajo instrumental diario a lo escénico.
Es crucial alcanzar a comprender que la preparación psicológica requerida para cualquier experiencia de comunicación no se consigue inmediatamente. Los cambios de conducta en el ser humano son lentos, y se conquistan con la repetición consciente, permanente e insistente de la actitud deseada. Por ello, este artículo, no pasará de simple anécdota en el recuerdo de los lectores, si lo que se pueda aprovechar del mismo no se lleva a la “arena”, a la práctica, tanto desde la perspectiva docente como la del estudiante-intérprete. Es fácil comprobar que la mayoría de los niños, especialmente los más pequeños, no tienen o no manifiestan temor ante la relación con los demás, y así ocurre también en la actividad escénica instrumental. Pues bien, mi trabajo en este área es doble:
  • Fundamental y muy importante, trabajar en una didáctica que garantice la permanencia y continuidad de esa capacidad infantil, de esa espontaneidad, de esa necesidad de expresarse libremente.
  • Trascender, evitar o minimizar las consecuencias producidas por malas experiencias escénicas mediante técnicas de respiración, relajación e imaginación consciente.
Un aspecto fundamental, sobre el que se ha de insistir incansablemente, consiste en hacer comprender que el control de una situación escénica, si exceptuamos los más pequeños que aún no han despertado esta inquietud, debe trabajarse con tiempo, con mucho tiempo. Es decir, que minutos u horas antes al concierto, prueba o examen, nada bueno se puede hacer al respecto; digo nada bueno porque sí que se puede hacer mucho, pero mucho daño -pensar que nos va a salir muy mal, que los demás tocan mejor que uno, que se me va a olvidar, ... y cosas peores-. Por lo tanto, el trabajo que yo planteo se corresponde con una secuenciación sistematizada de contenidos, cuya consecución acercará al estudiante-intérprete a un dominio creciente del hecho escénico. A grandes rasgos, citaré alguno de los aspectos más relevantes de dicho proceso (proceso aplicable tanto a una simple obra de 4 compases, como a una sonata de Skrjabin):
  1. Estudio significativo de la obra, es decir, cuanto más se comprenda la obra, más facilidad se tendrá de memorizarla e interpretarla.
  2. Fijación o anclaje de puntos de referencia —para ello es imprescindible el análisis formal o estructural de la obra—, para ensayar, ante una eventual pérdida de memoria, la continuidad del discurso musical trasladándose al siguiente punto de referencia, y evitar el quedarse sin saber qué hacer, o limitarse a repetir (algo que no es recomendable bajo ningún concepto).
  3. Procurar memorizar (que no tocar de memoria) las obras como forma de alcanzar una mayor comprensión de las mismas, pero no esperando a que la memoria aparezca, sino yendo en su búsqueda desde apenas los primeros pasos en su aprendizaje.
  4. Una vez alcanzado un dominio relativo de la obra establecer dos partes en el trabajo en casa: a) Tiempo para estudiar, es decir, mejorar, perfeccionar, corregir, añadir, ...; b) Tiempo para interpretar, es decir, dedicar una parte de ese horario de estudio a tocar una y otra vez la obra de principio a fin, SIN INTERRUPCIONES, esa es la condición, acostumbrase a tocar atendiendo a la unidad y a la continuidad del discurso musical.
  5. PROTOCOLO ESCÉNICO. Y llegamos a la parte en la que insisto muchísimo, una vez que el alumno puede desarrollar en casa la parte b) del apartado anterior, el ensayo interpretativo. Como todos sabemos, la actividad escénica conlleva un cierto protocolo que se aplica hasta en los más pequeños, y en las actividades más sencillas de la enseñanza musical. Pues bien, el conocimiento, ensayo y dominio de ese protocolo, que como veréis es algo muy simple, genera una sensación de tranquilidad en el estudiante, beneficiando sustancialmente su interpretación en público. Pero ese ensayo tiene que realizarse con suficiente antelación a la actividad (3-4 semanas antes), y con la suficiente frecuencia diaria hasta llegar a asimilarlo como una necesidad biológica. Veamos cuáles son las partes de este protocolo:
  • Salir de la habitación/estudio donde habitualmente estudiamos y volver a entrar imaginándose que estamos en un escenario y que el público espera nuestra interpretación (la grabación es un procedimiento muy interesante para dar más autenticidad a este momento).
  • Dirigirse al centro del escenario y realizar el saludo de cortesía (es importante ensayar el saludo porque en él se manifiesta también el estado de confianza que la persona tiene en ese momento sobre su actuación).
  • En caso de exámenes o pruebas ante el profesor o ante un tribunal, es conveniente calentar haciendo algún ejercicio que nos permita empezar en las mejores condiciones posibles y con las mayores garantías de éxito.
  • En el caso de los pianistas, ya que van a tocar con un instrumento que no es el suyo, es muy conveniente probar el calado y resistencia de las teclas, la acción de los pedales (derecho, izquierdo y tonal, si fuera el caso) y revisar si la tapa está como queremos que esté, alzada a uno u otro nivel o cerrada. Comprobar si la altura de la banqueta es la adecuada para nuestra necesidad. Y si es posible, probar con algún ejercicio técnico el estado general del instrumento.
  • Antes de empezar a tocar, realizar varias respiraciones profundas (no importa el tiempo que lleve, es más importante nuestro estado interno que la impaciencia del público, si es que la hubiera). La respiración profunda tiene varios requisitos que cumplir para que sea verdaderamente eficaz: Vacío previo. El inicio de la respiración debe ir preparado por un vacío pulmonar mediante la expulsión de todo el aire contenido en los pulmones, para después llenarlos mediante la inspiración. Lenta. Si consideramos que respirar es vivir, respirar lentamente es vivir más tiempo. Profunda. Los pulmones han de quedar llenos, pues la forma más habitual de respirar es sólo llenando una escasa proporción de su capacidad. Silenciosa. La respiración nunca debe ser audible, pues sería un síntoma de estar respirando incorrectamente o consecuencia de alguna irregularidad funcional. Continua. Las tres fases de que consta la respiración (espiración, pausa, inspiración), han de enlazarse en una sola acción, sin detenciones ni interrupciones. Cómoda. Hagamos que la respiración sea siempre algo placentero, sin forzar ninguna de las fases. Finalmente, es importante respirar y espirar por la nariz (extraído de TOCAR UN INSTRUMENTO: “El intérprete y el público”, de José Antonio Coso M.)
  • Por último, pensar en el tempo al que queremos tocar, con el fin de evitar una velocidad inapropiada y a la que, siquiera, estamos acostumbrados a ensayar en casa o en clase.
  • La última consigna es no parar bajo ningún concepto una vez iniciada la interpretación de la obra, y en el caso de algún eventual fallo u olvido, seguir, siempre hacia delante, nunca volver a un punto de la obra por el que hayamos pasado, si no es por marcas de repetición.
  • Finalizada la obra, contestamos al aplauso del público con un nuevo saludo y con ello concluimos el ejercicio.
Este ejercicio debe realizarse varias veces, un día, otro día, una semana, otra semana... y así con todas las obras del repertorio. En clase también puede hacerse avisando al alumno que durante su interpretación no debe parar, y que haga los ejercicios de respiración y concentración (tempo).
La sistematización de este planteamiento genera en el estudiante una creciente confianza en su trabajo y en sus propias capacidades, viviendo cada situación escénica como un momento mágico, una oportunidad única donde dar rienda suelta a la fantasía, imaginación y creatividad musicales que cada intérprete es capaz de trasmitir y compartir.
Para quien esperaba más, ¡claro que hay más!, pero si sigo escribiendo sobre el asunto, ya no sería un artículo.
Un saludo y gracias por tu tiempo,
JAC

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